Nuestra historia
Adam es el fundador de RheoFit. Nunca se propuso crear una empresa de recuperación física. Ante todo, quería resolver su propio dolor.
La necesidad de alivio
A sus veinte años, siendo ingeniero, Adam empezó a practicar deportes para compensar las horas que pasaba sentado frente al ordenador: corría a diario para completar una maratón y jugaba al fútbol los fines de semana. Se suponía que lo haría sentir fuerte; pero en cambio, le dejó con pantorrillas tensas, caderas rígidas y una espalda que se negaba a relajarse. ¿No se suponía que entrenar le daría más energía y un cuerpo sin dolor?
Y ahí llegó la búsqueda en Google:
“¿Cómo curar el dolor de pantorrillas?”
“¿Cómo aflojar la espalda rígida?”
Las pistolas de masaje eran como jugar al Whac-a-Molle con nudos. Los rodillos de espuma tenían el potencial de ser más preventivos, solo si no requerían tanto esfuerzo. Para Adam, la recuperación después de entrenar empezó a sentirse como un segundo entrenamiento: estiramientos incómodos, presión inestable, sin llegar nunca a los nudos musculares que realmente causaban el dolor.
Se propuso crear una herramienta que se adaptara a su estilo de vida. Eso marcó el inicio de lo que se convertiría en RheoFit.
Reuniendo al equipo de ensueño
Adam reunió rápidamente un equipo: desde candidatos a doctorado en Fisioterapia hasta ingenieros de tecnología avanzada que crean motores para vehículos eléctricos.
Juntos, pusieron el listón muy alto desde el primer día:
El dispositivo debe masajear piernas, glúteos, espalda y cuello.
Debe mantener una presión estable sobre los músculos.
Debe ser portátil.
Debe sentirse tan bien como las manos de un fisioterapeuta.
Y debe adaptarse al cuerpo del usuario.
Los fabricantes de equipamiento deportivo les dijeron que no era posible en un formato tan pequeño.
No existía en el mercado ningún motor que pudiera proporcionar presión sobre los tejidos profundos sin detenerse.
Así que Adam y su equipo tomaron el camino más difícil: construyeron uno ellos mismos.
Después de seis meses de prueba y error (motores quemados, engranajes rotos, torque inestable), crearon un motor del tamaño de una tapa de botella capaz de empujar 300 N (en términos normales, suficiente para soportar casi 150 kg de peso corporal sin rendirse).
La tecnología subyacente estaba lista, aunque parecía un elemento de una película de ciencia ficción.
Nuestro viaje de creación de prototipos
The “Frankenstein Roller”
The Motor Breakthrough
The Massage Cover System
AI Integration
El momento en que supimos que valió la pena fue cuando:
Un para-atleta (tercer lugar en el Campeonato Nacional de Para-Atletismo de China) contactó a Adam de la nada. Dijo que RheoFit A1 no solo alivió el dolor; mejoró su rendimiento. Ese mensaje consolidó la misión del equipo:
“Desarrollar herramientas que ayuden a las personas a avanzar más, recuperarse mejor y vivir sin límites”.
Éste ha sido nuestro modus operandi desde entonces.
¿Qué será lo próximo para nosotros?
Creemos que la recuperación no debe depender de citas semanales, sesiones costosas o herramientas de prueba y error.
Debe ser sencillo, personalizado y estar disponible para todos.
La historia de RheoFit apenas comienza. Ya estamos desarrollando nuevas herramientas de recuperación, sistemas más inteligentes y una mayor integración entre la robótica y la ciencia del movimiento.
Pero todo esto se reduce a un simple deseo:
La recuperación debería sentirse bien.
Y ahora es tu turno
Adam construyó RheoFit A1 porque lo necesitaba.
Ahora lo comparte con cualquiera que quiera moverse mejor, lastimarse menos y recuperarse.
su cuerpo: un rollo a la vez.